Llevaba horas sentado y me levanté para estirar las piernas. Anduve por el pasillo del tren y entonces lo vi cruzar por la puerta del vagón, se acercó y me pidió fuego para encender su cigarro, ¿ fumas? me preguntó. Lo siento, sólo tengo tabaco de liar, no fumo esa basura de tabaco industrial, dijo antes de que yo contestara. Me liaré uno, gracias, le dije. ¿Cuál es tu Unicornio? me preguntó, con una mueca medio burlona. ¿Unicornio?, dije.
- Si hombre, todos tenemos uno. La diferencia es si lo estás buscando o no, la mayoría de la gente no lo busca, tienen dormido aquel sentido. Todo se reduce a una simple elección. Todo el mundo no está dispuesto a elegir. .
- ¿A que te refieres exactamente?, le pregunté.
- Los Unicornios poseen el poder de esclavizarte en su búsqueda. Yo mismo soy esclavo del mío. La cuestión es, cuál es el tuyo. Si merece la pena sólo lo sabrás tú, pero ni siquiera esa es una afirmación creíble. En serio, no puedes creer en nada, el lenguaje es engañoso, la verdad puede ser una mentira consensuada*. Lo único que importa es el viaje y la búsqueda que ello comporta. La pregunta es ¿quieres ser realmente un esclavo? realmente, no me importa, no me lo digas- me dijo con descaro, y soltó una carcajada.
- Te ríes, pero dices que tu mismo eres esclavo de tu Unicornio, le dije.
- Si, pero al menos soy consciente de ello, tuve el valor de elegir.
- ¿Tú lo tienes? Mi Unicornio tiene nombre de mujer, me dijo antes de decirle nada.
- Encantado de conocerte, nos veremos por aquí, me dijo. Y se fue fumando por el pasillo del tren. Antes de abrir la puerta del siguiente vagón, se volvió y dijo con una sonrisa: soy Vladek.
(*) Ver, NIETZSCHE, F.: Sobre verdad y mentira en sentido extramoral.
enlace de la imagen: http://tweakingreality.blogspot.com/
A Vladek le encantan las estaciones, y en especial las de tren.
ResponderEliminarHa subido, y sin sacar el billete.
Un abrazo.
Ya sospechaba que viajaba de polizón en su cama..
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