Como cualquier día normal entraban y salían pasajeros, pero aquel día entraron dos hombres trajeados, repartían ideas panfletarias, hablaban de ideas visionarias. Pensé que eran gemelos, el de la izquierda hablaba de lucha de clases desde el salón rico de un palacio rojo trasnochado y el de la derecha hablaba de libertades económicas, del padre bueno y del hijo malo, de elefantes azules y turbantes mojados. Ambos sonrientes, ambos enfrascados en juegos de palabras que no entendían, verborreaban sin cesar sobre libertades augusteas, regímenes perfectos ideados en laboratorios pasados. Se les veía acomplejados, en ocasiones se cruzaban miradas y palabras de desprecio, calculaban el momento de reir y también el de gruñir. Uno de ellos se me acercó y me ofreció la democracia, -una democracia con participación! me dijo. Con lo que le contesté: aquí no existen los discursos desde el púlpito, ni el vagón de primera clase, somos viajeros que no nos aferramos a colores o equipos, conversamos, leemos, escuchamos y cuando podemos soñamos. Pero no necesitamos profetas de corbata enjuta, líderes de sobremesa con pata de palo. Reparte libros, verdades y sueños. Y guárdate tus falacias, no me comprarás con regalos, no quiero más chocolates y caramelos, sólo quiero la verdad, si es que alguna vez existió.
Fuiste muy desagradable. El hombre sólo quería tu voto y por poco lo botas...¡Por la ventanilla!. No, violencia no, hace más daño la indiferencia.
ResponderEliminarPues lo hubiera botado con muchísimo gusto, pero me gusta el tren sin ventanas rotas.
ResponderEliminarMuy buena tu entrada. Estoy de acuerdo con el enfrentamiento verbal, con decir lo que se piensa, además, parece que es lo único que nos queda. No creo que la indiferencia sea suficiente ni haga daño en esos derroteros, en otros tal vez, ahí no. Nos ha tocado la china, un mundo en el que las ideologías se han convertido en palabras huecas y en donde la democracia, tal y como está el patio, se está convirtiendo en una pantomima. Es una cuestión de sistema, no del político, sino del económico que es quien manda, y mientras esté tal cual, no habrá esperanza.
ResponderEliminarMe has sorprendido gratamente con esta última entrada, Isaac. Muy buena.
ResponderEliminarYo en cambio, sigo escribiendo sobre paños mojados y mujeres que suben la fiebre. En cualquir caso, las prefiero a esos tipos trajeados, aunque sea en la ficción.
Un abrazo.
Me alegro Velero, sorprender será siempre algo muy bello. Te animo a que sigas escribiendo sobre mujeres que suben la fiebre, yo haría igual, es lo que pasa por tener poesía en las venas.
ResponderEliminarun abrazo
¿Poesía y alcohol son sinónimos? Al menos, ambos suben mi pasión por las mujeres, y la fiebre.
ResponderEliminarUn abrazo.